El Montañeros supera su miedo
Los blancos se mostraron nerviosos, pero acabaron goleando al Vecindario
- Autor:
- Iván Antelo
- Fecha de publicación:
- 27/3/2011
Había miedo a ganar, los nervios estaban a flor de piel, pero el Vecindario facilitó las cosas con una infantil expulsión. El Montañeros goleó (4-1) pero no despejó las dudas sobre la fiabilidad de su juego.
Las bajas asolaron al equipo de Jose Ramón, y los habituales problemas de salida de balón se acrecentaron con la ausencia de Pereiro. De hecho, el Montañeros utilizó el balón largo como recurso, y aún así la defensa volvió a generar dudas.
Jorge Cano abrió el marcador en el minuto 25 con un bonito tanto desde la frontal. El coruñés golpeó el balón con el interior de su bota derecha haciendo inútil la estirada de Santi. Pero el 1-0 fue solo un espejismo. El Montañeros se suicidó en una jugada absurda en la que el portero Diego López despejó mal y los centrales Pablo López Y Raúl Lozano se hicieron un lío y no pararon hasta introducir el balón en su portería (minuto 29),
El Vecindario mantuvo el partido empatado hasta el 70 sin hacer nada del otro mundo. Orden y poco más. Los coruñeses eran una maraña de nervios y no eran capaces de trenzar jugadas con sentido que pusiesen en jaque la línea defensiva.
Se palpaba la tensión hasta que el visitante Míchel allanó el camino con una acción que arrancó carcajadas en los escasos 200 espectadores. Era el minuto 65 de partido y el centrocampista gallego se dedicó a arrancarle segundos al crono antes de ser sustituido. En su lenta retirada, fue a darle la mano al árbitro y éste le mostró la cartulina amarilla por pérdida de tiempo. Míchel reaccionó mal a la amonestación y respondió aplaudiéndole mientras le decía «muy bien árbitro», lo que motivo su expulsión.
El Vecindario se vino abajo con diez. En apenas trece minutos encajó tres goles: Romay tras ganar la espalda de los defensas (minuto 70), Rivera a pase de Dopico (81) y Herbert recogiendo un rechace dentro del área (83). Tantos que sirvieron para firmar una goleada (4-1) que nadie podría haber presagiado mediada la segunda mitad.
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