Coruxo F.C.: Alberto, Jacobo Campos, David Campos, Costas, Josiño, Antúnez, Marquitos (Richi 69), Alberto García, Yago, David Pérez, V. Besada (Fondevila 75).
Vecindario: S. Campo, Roberto, Fran, Alberto, Eduardo, Rubén Comendez, Poncho (Nestor 85), Michel (Yori 73), Ruiman, Alex, Saúl (Rubén 80).
El Vecindario marcó el ritmo
Un punto es oro de ley a estas alturas de la temporada, y el Coruxo pudo marcar en el primer tiempo, la más clara sería a los dos minutos un centro de David Pérez, y que en el área pequeña Marquitos y Víctor Besada no llegan a engatillar en la misma boca del gol. Potente y equilibrado ya era el fútbol de los vigueses, que otra vez en jugada personal de Víctor Besada a punto estuvo de marcar de disparo raso al borde del área grande. La avalancha del Coruxo hace que el Vecindario adelante líneas, y por la medular ya se fue buscando mejor vida aunque mediante un juego muy físico y sin retener el balón.
Al filo del minuto quince es cuando el equipo canario empieza a machacar en los envios en largo pero sin llevar peligro al área local, y tras intentarlo durante diez largos minutos es cuando definitivamente cierra líneas y empieza a marcar el ritmo del partido. El Coruxo lo seguía intentando en corto pero sin encarar el área visitante, y mucho tenía que ver el planteamiento del Vecindario con un juego muy condensado por la medular, y totalmente físico. Sin ritmo es imposible que salga el fútbol de las botas, y eso ya es lo que buscaba el equipo de la isla, que ralentizaba el juego ante la desesperación de los vigueses que veían como el dominio territorrial no se transaformaba en ocasiones de gol.
Esta fue la tónica habitual hasta el minuto cuarenta y cinco, con el Vecindario tirando de oficio en los saques de esquina, fueras de banda, corners, acciones de contacto, el caso ya era perder el tiempo ante la complicidad de un árbitro al que le faltaba personalidad, y sobre todo en el penalti de libro que no quiso pitar cuando Santi Campo derriba muy claro a David Pérez tras una asistencia de Víctor Besada, y al mismo tiempo supondría tarjeta amarilla al portero del Vecindario.
Si en el primer tiempo no hubo ritmo de partido, en los primeros minutos de este segundo acto ya era la hora de la siesta; cayó en la trampa el Coruxo, y el Vecindario que parecía que no estaba pero de repente empezó a fabricar fútbol de ataque combinativo que por varias veces obligó al portero del Coruxo a salir hasta el borde del área grande. Otra vez Víctor Besada en jugada personal salva la salida del portero y el balón ya enfilaba la red cuando la defensa canaria evita el gol. Tras rebasar el cuarto de hora de este período ya vuelve por enésima vez el dominio vigués pero sin chispa en los últimos metros y que era lo que buscaba el equipo visitante.
Un recurso más del rival, y una solución que aplicar, pero el Coruxo no daba encontrado el interruptor que diera algo de luz en el túnel donde se había metido, y de ahí que ya pasó al ataque el equipo Canario y mucho más fresco mentalmente. El empate final hay que valorarlo positivamente porque el equipo de Josiño Abalde tiene todo el crédito del mundo por su calidad, entrega y compromiso, y porque todavía sigue dependiendo de si mismo; los jugadores sudan la camiseta en cada partido y eso es lo más importante.
WEB-CORUXO
Al filo del minuto quince es cuando el equipo canario empieza a machacar en los envios en largo pero sin llevar peligro al área local, y tras intentarlo durante diez largos minutos es cuando definitivamente cierra líneas y empieza a marcar el ritmo del partido. El Coruxo lo seguía intentando en corto pero sin encarar el área visitante, y mucho tenía que ver el planteamiento del Vecindario con un juego muy condensado por la medular, y totalmente físico. Sin ritmo es imposible que salga el fútbol de las botas, y eso ya es lo que buscaba el equipo de la isla, que ralentizaba el juego ante la desesperación de los vigueses que veían como el dominio territorrial no se transaformaba en ocasiones de gol.
Esta fue la tónica habitual hasta el minuto cuarenta y cinco, con el Vecindario tirando de oficio en los saques de esquina, fueras de banda, corners, acciones de contacto, el caso ya era perder el tiempo ante la complicidad de un árbitro al que le faltaba personalidad, y sobre todo en el penalti de libro que no quiso pitar cuando Santi Campo derriba muy claro a David Pérez tras una asistencia de Víctor Besada, y al mismo tiempo supondría tarjeta amarilla al portero del Vecindario.
Si en el primer tiempo no hubo ritmo de partido, en los primeros minutos de este segundo acto ya era la hora de la siesta; cayó en la trampa el Coruxo, y el Vecindario que parecía que no estaba pero de repente empezó a fabricar fútbol de ataque combinativo que por varias veces obligó al portero del Coruxo a salir hasta el borde del área grande. Otra vez Víctor Besada en jugada personal salva la salida del portero y el balón ya enfilaba la red cuando la defensa canaria evita el gol. Tras rebasar el cuarto de hora de este período ya vuelve por enésima vez el dominio vigués pero sin chispa en los últimos metros y que era lo que buscaba el equipo visitante.
Un recurso más del rival, y una solución que aplicar, pero el Coruxo no daba encontrado el interruptor que diera algo de luz en el túnel donde se había metido, y de ahí que ya pasó al ataque el equipo Canario y mucho más fresco mentalmente. El empate final hay que valorarlo positivamente porque el equipo de Josiño Abalde tiene todo el crédito del mundo por su calidad, entrega y compromiso, y porque todavía sigue dependiendo de si mismo; los jugadores sudan la camiseta en cada partido y eso es lo más importante.
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