domingo, 3 de abril de 2011

¿HAY RACISMO EN NUESTRO FÚTBOL?

¿HAY RACISMO EN NUESTRO FÚTBOL?

Cuatro jugadores del Badajoz que son reflejo de la sociedad global actual conversan sobre los incidentes de La Cumbre

03.04.11 - 00:20 -


Si el fútbol es viejo, el racismo le gana por goleada. Existe desde siempre y su huella, hoy menos visible por suerte, no se borra por completo. Quedan resquicios de esta lacra de la sociedad en cada parcela de la vida, y el deporte, en concreto el fútbol, no es excepción. Esta semana fue noticia en Extremadura la suspensión del encuentro La Cumbre-CF Navalmoral de Regional Preferente tras unos presuntos incidentes xenófobos contra el marroquí Akram Barrichi que derivaron en el cierre cautelar del campo y en un partido de sanción para el futbolista. Es la primera vez que en Extremadura se clausura -cautelarmente- un campo por estos motivos. Con independencia de que Akram provocara o no, lo sucedido el pasado domingo nos retrotrae a un tiempo que debiera estar superado. En un fútbol cada vez más globalizado -no es más que el reflejo de lo que pasa en el mundo- casi todos los clubes tienen en su plantilla uno o más jugadores de otro país, raza, credo, etc. El CD Badajoz es ejemplo de ese crisol de culturas, así que hablamos sobre racismo con cuatro blanquinegros nacidos en partes diversas del mundo. Lo primero que reprochan es que en pleno siglo XXI dialoguemos sobre ello.
«Te hace llorar»
La segunda cuestión es saber si no se trata más bien de un problema de educación, más que de racismo, ya que quien insulta a un futbolista de color del rival no cae en la cuenta de que en su equipo hay otros dos. El camerunés Paolo Etamané cree que es la combinación de ambas. «Son las dos cosas, pero creo que empieza con el racismo. Somos todos humanos. Todos tenemos sangre y solo buscamos trabajo. En el fútbol, lo que hace o dice la gente de fuera te puede hacer llorar. Yo he sufrido estas situaciones y se pasa muy mal». Etamané sabe de lo que habla porque los gritos xenófobos que aguantó en el Príncipe Felipe propiciaron que el Cacereño fuera multado con 600 euros esta temporada. «Duele mucho que te llamen 'negro de mierda', es muy duro, pero la verdad es que yo no puedo hacer nada».
Mensaje de Aloisio a Akram
Aloisio, uno de los veteranos albinegros y natural de Melilla, envía un mensaje a Akram Barrichi: «Le diría que le tiene que dar la importancia justa, hasta cierto punto. Hay que hacerle caso a las cosas que te dice la familia, un amigo importante o un compañero, pero no a alguien que está en la grada y averigua en qué condiciones va. Yo llevo 16 años fuera de mi casa y en cada campo siempre hay varios impresentables, pero no por lo que hagan ellos hay que juzgar al resto del mundo. Si hay algo que une a todos es el fútbol. A la política, la religión, distintas razas, todo. Esto mancha al fútbol y hay que tomar medidas y todos debemos aportar nuestro granito de arena para que esto quede en un segundo plano».
¿Y qué hacer?
¿Y qué medidas se podrían aprobar para avanzar en su erradicación? Sandro, el capitán del Badajoz, apuesta por no dejar entrar a aquellos que ya han sido identificados en algún acto violento o racista. «Si se sabe que hay personas que se dedican a eso y no se hace nada me parece lamentable. Hay que disfrutar del espectáculo y no ir a insultar. Yo no voy al teatro o al cine a insultar a uno de los actores porque sea distinto. Pues en el fútbol parece que sí se puede. Es una vergüenza que ocurran estas cosas en algo que nos une tanto como el fútbol. No lo entiendo y es muy triste», asegura Sandro, incorporado a la tertulia por su condición de portugués de padres angoleños, cuya madre huyó, embarazada, de la guerra de su país.
Aloisio y Etamané apoyan a Sandro y añaden que tiene que ser el propio público el que participe en el control de los díscolos. Por ejemplo, amonestando a quienes menosprecien a los jugadores por el color de su piel. Algo así pasó en el Príncipe Felipe con los insultos a Etamané y a este punto se aferró el Cacereño para no ser sancionado.
Todos ven complicado que fuera el propio marroquí quien provocara a los aficionados, aunque Aloisio matiza que puede suceder, que hay casos muy minoritarios. Lo normal es que sea al futbolista a quien se le falta al respeto. «En el fútbol no se puede entrar en el plano personal. Hay que respetar a todo el mundo porque solo se trata de gente que viene a trabajar, como hicieron en el pasado los españoles».
Amine, el más crítico
El tunecino Amine es el más crítico con los aficionados españoles y afirma que en ningún otro lugar ha sentido el racismo tan de cerca como aquí. «Viene mucha gente a España a trabajar y es lamentable las cosas que pasan. Yo he viajado a muchos países y en el resto de Europa no pasa tanto. Un alemán o un francés, aunque sea racista por dentro, no te lo dice tan a la cara como en España. A veces, en cuanto dices tu nombre y escuchan que no te llamas Jose o algo así te miran con otra cara y piensan 'este debe ser moro'».
El medio centro blanquinegro asegura que existe racismo en cada esquina del mundo. «En mi país también hay racismo y regionalismos, pero no como en España».
El suceso
Francisco Javier Núñez es el presidente del CF Navalmoral, el club de Akram Barrichi. Muestra su pesar por lo sucedido el pasado domingo en el campo de La Cumbre y avisa de que no son hechos inéditos. «Esto viene de lejos y se repite en muchos campos. A nosotros nos ha pasado varias veces con los hermanos Barrichi. Akram acabó desquiciado y niego que fuera él quien provocara al público. Nadie sale a provocar a un campo sin seguridad. Si lo hizo, fue después de recibir los insultos de la grada. Puede que se llevara las manos a los genitales, pero fue porque estaba desesperado y es joven. El acta arbitral lo expresa todo, así que aquí no hay más que una versión, lo que él diga».
Primer caso de insultos sexitas
Fue precisamente la actuación del colegiado lo que da un giro radical a los hechos porque, víctimas del miedo, suelen lavarse las manos. En esta ocasión fue valiente, suspendió el choque e informó vía acta. Núñez ensalza la labor de los árbitros que juzgan este tipo de encuentros en los que están abandonados a su suerte. «Son unos valientes porque se la juegan sin protección. Alguien debe adoptar alguna medida, por ejemplo, que no comience ningún partido si el árbitro considera que no hay unas medidas mínimas de seguridad». Porque la víctima de la ofensa o el improperio no tiene que ser de otra raza. Los árbitros son los que más están en el punto de mira. También las mujeres, como la colegiada extremeña Marta Frías, nacida en Villmesías (Cáceres) y adscrita al Comité Aragonés, el primer caso en que un acta denuncia vejaciones sexistas.
Otro escenario
En los últimos tiempos, legisladores y gestores deportivos se han preocupado más por esta lacra de la sociedad. Ahora hay más herramientas y, sobre todo, mejores intenciones. Por ejemplo, la Ley sobre Violencia en los Espectáculos Deportivos prohíbe terminantemente la introducción y exhibición de símbolos, pancartas, etc., que inciten a la violencia. Legislación que se extiende en nuestra región mediante la circular de febrero de 2010 de la Federación Extremeña de Fútbol por la que se regula la forma en que deben actuar los clubes ante hechos violentos. Un escrito que arranca con la «enorme preocupación» del ente federativo por la proliferación de actos de racismo y violentos en suelo extremeño. «Tolerancia cero respecto a estos asuntos. Vamos a ir a saco con ellos», proclamaba el presidente de la FExF Juande Dios Monterde.
Una hoja de ruta con seis pasos. Primero. Poner el acto en cuestión en conocimiento del árbitro, quien advertirá al delegado de campo apercibiéndole de suspender el partido. Segundo. Si persisten los hechos, suspender el choque. Tercero. Traslado al comité disciplinario para que dictamine sanción. Cuarto. Tales actos son considerados como 'muy graves' y conllevan la pérdida del partido del equipo que no los evitó. Quinto. Si hay reiteración por un mismo club, éste puede ser excluido de la competición. Seis. Los comités deportivos pondrán en conocimiento de la Comisión Antiviolencia de la Delegación del Gobierno para que actúe administrativamente contra los culpables.
El insulto racista en el fútbol no entiende de categorías. En el último derbi madrileño los micrófonos captaron con contundencia los gritos xenófobos contra el lateral del Real Madrid Marcelo. El cántabro Teixeira Vitienes, pese a que a este nivel se suele gozar de la máxima protección, no quiso saber nada y ni siquiera dejó constancia en el acta. El futbolista que más peleó contra la ira racista fue el exbarcelonista Samuel Eto'o. En marzo de 2006 amagó con abandonar La Romareda con dolor de oído. «Hay algún problema en ser negro», dijo después del encuentro. Antiviolencia condenó al Zaragoza con 9.000 euros y al camerunés le supo a poco. La FIFA también anunció tolerancia cero contra el racismo, con medidas que llegaban hasta la exclusión de los equipos de competiciones, pero lo cierto es que hasta la fecha sólo se han impuesto algunas sanciones económicas, como la decretada en octubre de 2008 contra la federación de Croacia (de unos 18.000 euros) tras los incidentes del duelo ante Inglaterra.

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